"Todavía hueles" me comenta mi bicha cuando me despido de ella. Mientras vengo camino al trabajo y veo que aún hay gente festejando, un pensamiento aborda mi mente y se queda conmigo. Llego a la oficina y el estacionamiento esta cerrado. Dejo el carro en la calle para luego despertar al guardia para que me abra. Me doy cuenta que él y yo somos los dos únicos pobres diablos en el edificio. Llego a mi lugar en tinieblas. Saco la manzana que servirá de desayuno y esta más verde que el agua estancada. El sueño me invade, creo que es tan temprano qui ni mi cruda se levantó. Y el pensamiento sigue ahí: "Chale, no hay moral".
martes, 16 de septiembre de 2008
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